miércoles, 28 de noviembre de 2012

Una de mi pueblo, Victoria, Provincia de Entre Ríos.

Esta entrada no esta relacionada con la Medicina Veterinaria sino con mi pueblo, su gente y su historia. Cuna de Vascos y Genoveses que marcaron  la impronta cultural y social de la ciudad.
Es un fragmento de un articulo escrito por un querido amigo, Joaquín Pedemonte. 
Aquí se los dejo, espero que les guste. 

Victoria

La ciudad de las siete colinas
Por José Joaquín Pedemonte

Arrinconada al sudoeste de la provincia, sobre la costa del riacho homónimo, en un ondulado paraje de colinas, se levanta Victoria, una ciudad que, desde 2010 y junto a la Nación Argentina, es bicentenaria. Doscientos años han pasado desde la creación del Oratorio de La Matanza, núcleo precursor de la ciudad. ¿Y qué será un Oratorio? Según el Diccionario de la RAE: “Lugar destinado para retirarse a hacer oración a Dios”.
Palacio Municipal

 ¿Y por qué La Matanza? La posible hipótesis del historiador Martín Ruiz Moreno: “La batalla final tuvo lugar en los alrededores de una altísima colina denominada ‘Cerro de La Matanza’, que dista poco más de una legua del centro de la ciudad de Victoria”.[i] Cruenta batalla desarrollada en 1749, entre los hombres de Don Francisco Antonio Vera y Mujica, Teniente Gobernador de Santa Fe, y los indios minuanes, grupo perteneciente a la étnia chaná-charrúa y viejos pobladores de estas tierras. Los indios derrotados dejaron huellas…

Para 1750 el territorio estaba limpio: limpio de “todo el chinaje de avispones”.[ii] Era hora de poblar con progreso esta vasta extensión de campos fértiles y vírgenes. Y llegaron las corrientes colonizadoras pa labrar la tierra, pa desvirgar el monte.
Iglesia Nuestra Señora de Aranzazu
En el Cerro de La Matanza, calizo, mirando al riacho y al noroeste de Victoria, se instalaron los primeros. Bellísimo entorno para fundar un pueblo: campo, colinas, cerros, montes, río, arroyos, playas… pero faltaba una Capilla, un Oratorio, donde los fieles reciban el pasto espiritual. Por ese entonces, debían fatigar caminos a Gualeguay, Nogoyá o La Bajada (actual Paraná). 

Los vecinos del Serro otorgaron poder especial a don Salvador Joaquín de Ezpeleta, vasco y buen comerciante, para gestionar el asunto allá por 1808. Luego de algunas idas y venidas, el Virrey Santiago y el Obispo Benito, aprobaron el proyecto. Ezpeleta lo puso bajo la advocación de Nuestra Señora de Aránzazu, Patrona de Oyarzun, su pueblo natal. El 13 de mayo de 1810, comenzaron las misas, bautismos y casamientos.
Altar de la Iglesia

En aquellos tiempos, una Capilla o un Oratorio implicaba algo más: era un punto de reunión, un lugar de encuentro donde los vecinos se ponían al tanto de los asuntos. Así quizás, surgió el nuevo esfuerzo en común: gestionar ante las autoridades la organización de un pueblo alrededor del Oratorio. Pero la burocracia y el hombre manejan tiempos diferentes y la nueva instancia, promovida por don Ezpeleta, quedará en el camino… pa las autoridades, pero no pal pueblo.

La Revolución de Mayo truncó el asunto y los Manzo, Martínez, Salazar, Fernández, Flores, García, Espíndola, Juárez, Bordón, Albornoz, Moreyra, Godoy, Gómez, Díaz, y algún que otro más, tomaron el toro por las astas: el pueblo se instaló nomás junto al Oratorio por libre voluntad de sus vecinos. Y nació La Matanza, un rancherío con hambre de progreso.
 
“(…) asegúrese V. E. que ejecutado como planteo será la de ENTRE RIOS de que trato, lo que dije, la mejor Provincia de esta América”.[iii] Y se fundó un Cabildo en La Bajada (1810) y se creó la Provincia de Entre Ríos (1814) y más tarde llegó el Departamento Victoria (1849). Y se empezaron a fundar esos pueblitos tan coloniales: diez cuadras de terreno desde el centro, la Plaza, hacia los cuatro vientos con calles cortadas en ángulo recto. De un lado de la Plaza, el Oratorio; en otro, la Comandancia.
Cerro de la Matanza
 Y el Pueblo de La Matanza fue una Villa (1826) y la Villa fue Ciudad (1851) y La Matanza fue Victoria (1829) El por qué del cambio es otro misterio. Según Aníbal S. Vásquez: “Si para explicar esta nueva denominación hubiera que vincularla con algún acontecimiento histórico, este no sería otro que el fracaso de las revolución de Lavalle del 1° de Diciembre de 1828 y el triunfo de las fuerzas federales sobre ese general, en Puente Márquez, el 26 de abril de 1829, a cuya acción contribuyó el gobernador León Sola remitiendo a su colega de Santa Fe, general Estanislao López un contingente de soldado”. [iv]

Pasó el tiempo y con el tiempo maduró Victoria, una ciudad fruto de la riqueza agropecuaria, del río y del esfuerzo. Hoy, con alrededor de 40 mil habitantes, sigue en expansión. Casi no quedan terrenos baldíos porque la construcción ha sido el mejor ahorro, la mejor inversión. En 2003, con la inauguración de la Conexión Vial Rosario-Victoria, la ciudad encontró una nueva veta: el turismo. Y de a poco se fue preparando.

Algunas fuentes dicen que Victoria fue la ciudad entrerriana que más creció en 2010. Hoy tiene de todo: un hotel 5 estrellas, varios hoteles que no son 5 estrellas, hosterías, cabañas, bungalows, campings, casino, complejo de aguas termales, bares, restaurantes, río, playas, complejos turísticos, chacras (casas quintas), estancias para turismo rural, verde —sobre todo, mucho verde— y la primera Abadía de monjes benedictinos de Hispanoamérica. En febrero, se puede disfrutar de la gran fiesta tradicional: el Corso. Victoria es la “Capital Provincial del Carnaval Entrerriano”. Además, la ciudad posee un sinfín de instituciones deportivas y culturales para el deleite de los turistas. Si le interesa nuestra historia, visite el Museo de la Ciudad “Carlos A. Anadón”, donde encontrará los 200 años condensados en una antigua casona adornada con un coqueto jardín francés y su fuente cantarina. Será muy bienvenido. Lo están esperando.
Atardecer en el río

¡El río! Mirando al río, pase un atardecer con la caída del crepúsculo y su paleta de colores. Alguna vez alguien dijo por ahí que Victoria goza de crepúsculos inolvidables.

Victoria es verde, ondulada, llena de paz y tranquilidad, una “ciudad poseedora de una naturaleza que ilumina a los hombres y mujeres con el verde de los árboles y los azules de cielos y ríos transparentes”, al decir del escritor rosarino Rafael Ielpi.

Victoria también es conocida como la “ciudad de las rejas”: el trabajo de herrería la convierte en un caso único en la provincia. Basta darse una vuelta para comprobarlo. Últimamente, podríamos hacer referencia a Victoria como la “ciudad de los ovnis”, pero esa es otra historia…




No hay comentarios: